sábado, 23 de julio de 2016

La soledad del narrador de fondo

Esta profesión es solitaria. Depende de ti. Tú decides, tú elaboras, tú todo. Escoges los ingredientes, el modo de cocinarlo, el aderezo, eliges cómo presentar el resultado. Luego compartes la comida.

Preparar una sesión de cuentos para adultos es un reto al que me enfrento poco. No hay ahora mismo lugares estables donde contar en Tenerife, y depende de que surja algún festival que te facilite la oportunidad. Yo tuve la suerte de ser programada para iniciar la temporada del Verano de Cuento de El Sauzal que se celebrará cada viernes hasta el 26 de agosto. No pude disfrutarlo más junto a mi compañera María Kapitán, que contó antes de mí. Hizo ayer siete años desde la primera vez que conté en este festival. Brindo por que sean muchas más y por que este Verano de Cuento tenga larga vida.


Y a la hora de preparar, sin más, tú decides. Qué libertad y qué incertidumbre. ¿Qué quiero contar? ¿Qué quiero mostrar? Una vez elegido el tema… ¿Será apropiado este cuento? ¿Gustará? A mí me encanta pero… ¿funcionará? ¿Estará bien enlazarlo con esta anécdota o mejor con otra? Tal vez sea mejor no decir nada y directamente contar.  Y así durante un tiempo, hasta que te pones firme: Se acabó, esta es la propuesta, a defenderla. Y te cuentas los cuentos a ti mismo o las cosas de alrededor, o al paisaje o a alguien que tengas cerca que se deje.

Qué estupendo tener gente cerca que escuche. Valoro muchísimo a los compañeros narradores o a los amigos críticos que te guían un poco por el camino. Qué necesario. En esta ocasión Del norte vengo ha tenido un poco de acompañamiento y un mucho de soledad. Ha sido una maravillosa experiencia. Me ha fascinado el proceso y he podido volver a Escocia durante unos días, sólo para poder compartirlo con ustedes. Me he emocionado miles de veces y he contactado con la gente que dejé allá casi por pura nostalgia. Y así llegué anoche al Sauzal, con menos nervios de los que pensaba y muchas ganas.

Gracias por anoche, por haber estado, por el apoyo, por el cariño. Gracias por cambiar la soledad del narrador de fondo que, cuando llega a meta, recibe todos los oídos y todos los abrazos. Un lujo. No puedo sentirme más afortunada.


¡Seguimos!

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